Los molinos de Ribadesella

Iniciamos esta salida en el pueblo riosellano de Cuevas del Agua (12 m.), al que accedemos a través de una cueva de estalagmitas y estalactitas, producto de millones de años del trabajo del agua sobre la roca caliza. La salida, al otro lado, es un hermoso valle donde se asienta esta localidad de Cuevas; una estampa bucólica al pie de las montañas y a orillas del Sella y un bien cuidado pueblo con varios hórreos.

Un buen camino nos conduce a la orilla del río; poco a poco el valle se va estrechando y la vegetación se hace más frondosa, el camino va ganando altura a la vez que se hace más estrecho, caminamos junto al arroyo Ginestral que suministra el agua a los molinos.

No tardando, comenzamos a ver un molino tras otro. La mayoría están en un ruinoso estado, un cartel nos advierte de peligro de desprendimientos. El entorno, sin embargo, es de una gran belleza, con algunas pequeñas cascadas que el arroyo va formando.

Una vez pasados los molinos, el camino se estrecha y nos acercamos, con una ligera subida, a la aldea de Tresmonte, lugar de nacimiento de Manuel Fernández Juncos, a mediados del siglo XIX. Siendo niño, emigró a Puerto Rico, donde adquirió fama y notoriedad como poeta y periodista, distinguiéndose por ser un gran defensor del español en aquellas tierras.

Poco antes de Tresmonte tenemos una buena vista sobre el pico Castiello, seguimos en dirección NO., por la carretera que baja hacia Nocedo. Cuando llevamos poco menos de un kilómetro andando, tomamos una pista forestal que sale a la derecha y que, después de numerosas revueltas, nos lleva, de nuevo, al pueblo de Cuevas del Agua, poniendo punto final a esta salida.