La senda del Cares tiene dos sectores perfectamente diferenciados: el primero, desde Posada de Valdeón hasta Caín, y el segundo de Caín a Poncebos.
Nada más salir de Posada, nuestro punto de partida, se cruzan los dos últimos pueblos de Valdeón. Son los Llanos y Cordiñanes. Pasado éste llegamos al mirador del Tombo, desde donde se divisa el Llambión y estribaciones del Macizo Central.
Después del mirador seguimos bajando por una empinada cuesta con múltiples revueltas; al poco tiempo llegamos al «Chorco de los Lobos» antigua trampa utilizada desde tiempo inmemorial para la caza de esta alimaña.
Apenas pasado el Chorco aparece Corona. Se dice que en esta ermita fue coronado Pelayo como rey de España tras la batalla de Covadonga.
Caminando entre murallas de roca a orillas del río, llegamos a Caín, un pequeño valle rodeado de enormes cumbres. Desde aquí se cruza el río a su margen derecha, al poco tiempo las paredes rocosas parecen cerrarse y ya entramos en el mundo encantado de la senda, pasamos por una serie de bajos túneles y galerías.
En numerosos tramos del camino encontramos túneles excavados en la roca, laderas y paredones verticales se alzan en ambas márgenes formando gigantescas torres y caprichosas cresterías. Se pasa sobre diversos puentes que cruzamos de una parte a otra, salvando unos impresionantes abismos sobre el río.
La senda continúa entre túneles y revueltas; a nuestros pies el Cares transcurre sobre un lecho de rocas y remansando a veces en pequeños pozos.
Hacia la mitad de la ruta nos encontramos en Culiembro.La senda se orienta hacia levante para llegar a la pronunciada subida de los Collados; al frente se alza majestuoso el murallón de Amuesa.
Desde los Collados, el descenso es por una senda estrecha en zig-zag que nos llevará hasta Poncebos.